Monsanto


Monsanto es una multinacional estadounidense productora entre otros de biotecnología y agrotóxicos destinados a la agricultura industrial. El objetivo de esta corporación es hacerse con el control de los alimentos de manera global siendo por esto uno de los principales enemigos de la soberanía alimentaria y las libertades humanas. No es el único enemigo ni mucho menos, es más, al momento de escribir esto, Monsanto solo es una marca de la multinacional Bayer, pero no por esto deja de ser un símbolo de las luchas en favor de la soberanía alimentaria y la sostenibilidad ambiental.

La sede de la marca se encuentra en Creve Coeur, San Luis, en el estado de Missouri. Es líder mundial en ventas de semillas transgénicas y en la producción de herbicidas, el más famoso de ellos es el glifosato, comercializado bajo la marca Roundup aunque al haber caducado su patente otras corporaciones lo fabrican bajo otras marcas.

En septiembre de 2016, Monsanto anunció la aceptación de la oferta de compra de Bayer por 66.000 millones de dólares, lo que significa formación de un gigante agroquímico.

Fundada en 1901 Monsanto producía en un principio aditivos alimentarios como la sacarina y la vainillina; en la década de 1920 ya producía numerosos productos químicos industriales como ácido sulfúrico y PCB y en la década de 1940 se había convertido en un importante productor de plásticos, incluyendo poliestireno y fibras sintéticas.

La compañía es famosa por la producción de productos nefastos como el insecticida DDT, los PCB, la somatotropina bovina recombinada y el Agente Naranja.

Monsanto fue pionero en la modificación genética de células vegetales, y uno de los cuatro grupos que anunciaron la introducción de genes en plantas en 1983 también fue uno de los primeros en realizar ensayos de campos de cultivo modificados genéticamente en 1987. Continuó siendo una de las diez mayores empresas químicas estadounidenses hasta que se deshizo de la mayor parte de estas compañías entre 1997 y 2002 a través de un proceso de fusiones y escisiones que enfocaron a la empresa hacia la biotecnología.

La compañía fue una de las primeras en aplicar modelos de negocio de la industria biotecnológica a la agricultura y en introducir el uso de técnicas desarrolladas por la empresa Genentech y otras compañías farmacéuticas y biotecnológicas a finales de la década de 1970 en California. Es con este modelo de negocios implementado de manera mafiosa con el cual Monsanto-Bayer pretende apoderarse de la producción mundial de alimentos generando numerosos conflictos con agricultores cuya práctica habitual había sido siempre guardar, reutilizar, compartir y desarrollar en comunidad nuevas variedades de plantas.

El hecho de patentar semillas es una amenaza a la biodiversidad un acto de biopiratería.

También se conocen graves perjuicios a la salud e impacto ambiental negativo de sus productos, algunos de los cuales han sido prohibidos en Europa y otros países.

El papel de Monsanto en los cambios agrícolas, los productos biotecnológicos y los grupos de presión formados en las agencias gubernamentales, sobornos para evitar mayores controles y su historia en la industria química han hecho de la compañía una empresa muy cuestionada,tanto que es probable que en poco tiempo la marca desaparezca, pero ojo, solo desaparecería la marca Monsanto, no olvidemos que ahora se llama Bayer.

Monsanto patenta las semillas que desarrolla. Según Monsanto lo hacen con la intención de recibir el pago por la inversión que fue necesaria para la creación de las semillas y para incentivar la investigación.

La controversia surge cuando los agricultores reutilizan las semillas, provocando que la compañía los demande. O aún peor, agricultores que nunca pretendieron usar estos productos ni tener trato alguno con esta empresa sufren invasión de sus campos con genética transgénica patentada, no solo perjudicando gravemente e incluso catastróficamente sus cosechas sin recibir indemnización alguna ni castigo penal a los culpables, sino que son víctimas de demandas por parte de la multinacional pretendiendo esta compensaciones por “usar las genéticas sin autorización”

Percy Schmeiser, un agricultor ex-cliente de Monsanto y a su pesar emblema de la lucha contra esta, entrevistado por Matilde Pérez de La Jornada, afirma que hacer tratos con la compañía en cuestión es demasiado caro. En la entrevista, Schmeiser comenta que un agricultor que trabaja con Monsanto además de comprar la semilla, cada año debe pagar 15 dólares por hectárea para mantener válida la licencia del uso de la misma. De no ser así o por simplemente hablar mal de la empresa con otros agricultores, les cuesta una tercera parte o la totalidad de su cosecha.

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